Te cambio libertades por falsa seguridad

Quienes pueden renunciar a su libertad esencial para obtener una pequeña seguridad temporal no merecen ni libertad ni seguridad

Benjamin Franklin


Hay ciertas palabras clave que cuando se mencionan dan carta blanca para imponer cualquier estupidez, por mucho que sea intrusiva, atente contra las libertades de las personas o, simplemente, sea molesta. La principal y últimamente tan de moda es terrorismo. Basta mencionarla como justificación y ¡plas!, no existen los teléfonos móviles anónimos, ¡plas! No puedes viajar en avión con líquidos.

No le veo una justificación rotunda o que justifique su necesidad, más allá de tener más control sobre las personas (las que tengan móvil, que prácticamente son la totalidad en España), pero pasa con muchas otras supuestas «medidas de seguridad». Quien tenga intención de cometer un acto terrorista, puede hacerse fácilmente con una SIM cuando la necesite: puede robar una, pagar a alguien anónimamente para que aporte los datos en vez de él o, simplemente, usar una tarjeta extranjera. No creo que haya que ser terrorista avanzado para saltarse esta gran medida promovida por y para nuestra seguridad. Dormiré más tranquilo cuando todas las tarjetas estén identificadas, dónde va a parar.

A esta medida la considero estúpida, pero tanto como otros ejemplos, como no poder sacar fotos en algunos espacios públicos «por seguridad» o no poder llevar líquidos en un avión (a no ser que pases por caja y pagues en el Duty Free, claro), principalmente porque esas medidas no suponen el aumento de la seguridad que pretenden ser: como digo, quien vaya a preparar un delito, lo prepara a pesar de esas prohibiciones y restricciones. Se aprovecha, argumentando una supuesta intención de dar seguridad, para restringir libertades de las personas, tener más control sobre ellas y, de paso, hacer que vivan en un clima de miedo constante. Porque con miedo, uno se traga cosas que de otra forma ni se plantearía, y así somos todos mucho más mansos y sumisos.

Y alguno podría argumentar que tampoco es para tanto, que yo estoy públicamente mucho más expuesto de lo que obliga esa normativa y la ley en general, con pequeños trozos de mi vida colgando por internet a disposición del que quiera verlos… pero no es para nada lo mismo, porque es algo que yo realizo voluntariamente, y en ningún caso por imposición. Mi caso no es «el caso universal», además de que, cuando quiera, retiro mis datos, fotografías, textos, vídeos, etc. y listo, pero no puedes autoexcluirte del cumplimiento de una ley.

Publicidad electoral

Touriño de paseoCuando llegan las elecciones, los partidos intentan propagar su mensaje lo máximo posible. Esto es lógico, cuanta más gente conozca sus promesas, más posibles ilusos hay que se crean todo lo que les dicen y vean en ellos la solución a todos los problemas.

Esto estaría bien si, al menos, no molestasen a quienes no queremos recibir un bombardeo de ideas vacías y repetitivas, simples folletos en los que intentan dar la cara para obtener un voto en las correspondientes elecciones y luego olvidarse de todo lo dicho hasta que pasen otros cuatro años. El propio concepto de la campaña electoral en sí mismo me parece una gran estupidez, porque favorece que los candidatos suelten una ristra de tonterías más grandes y que suenen mejor que las de sus adversarios, en una carrera sin sentido que acaba el «Día de reflexión» (que por cierto es otra tontería – ¿un día sin ser bombardeado de falsedades hará que tengas más claro el voto? Lo dudo).

Pero por si no fuese suficiente con soltar promesas que (en su mayoría) no tienen intención de cumplir y quedarán como meros gestos para la galería, tienen que molestar para hacerlo. No se me ocurre una forma más fácil de ganarse el odio de alguien que paseando tu cara por un pueblo/ciudad estampada en una furgoneta, con un megáfono diciendo sandeces y circulando a una velocidad tan lenta que entorpezcas el tráfico. Si tuviese que conseguir el odio de alguna persona, creo que optaría por simular una de esas furgonetas de publicidad electoral con su cara…

Aparte del tema de que no sé hasta que punto tendrán estos modos de publicidad demostrada su efectividad, pero no creo que consigan que cale demasiado hondo su mensaje, más allá de hacer que veas la imagen del líder de turno hasta en la sopa (colgado de farolas, carteles, coches, telediarios, …). Supongo que podría denominarse como publicidad por hastío…

Y por si no fuera suficiente con molestar en la calle, los partidos consideran que la mejor manera de conseguir votos es enviarte spam a casa. Si esto se hiciese en internet, aparte de alguna denuncia a la LOPD, se ganaría el odio de quienes reciben sus cartitas de marras. De nuevo, dudo de la efectividad de este marketing, ya que supongo que como mucha gente hará, sistemáticamente ignoro las cartas de los partidos a los que sé que no voy a votar, y si acaso echo un ojo a los partidos que me son más cercanos.

Mejor les iría si en vez de esforzarse tanto en hacernos llegar su artificial y vacío mensaje trabajasen suficiente en el mensaje como para hacer que los votantes seamos los que acudamos a ellos y seamos sus difusores…

La clave del éxito

Pensando hoy en el caso de Vetusta Morla, un grupo salido de la escena indie que ha logrado hacerse con un huequecito entre el mainstream sin tener que renunciar a sus principios, me he dado cuenta de que en gran medida esto es un caso de suerte, estar en el momento adecuado en el sitio correcto, o vete tú a saber qué azarosa razón…

Evidentemente, no es que la haya tomado con Vetusta Morla, ya que son un grupo que me gusta mucho y hasta tengo una camiseta firmada por ellos cual gruppie, pero me resulta muy curioso que ellos sí hayan calado en la mayoría de mis amigos, mientras que otros grupos que oigo, con un estilo musical muy afín, letras por lo menos igual de interesante y orígenes también parecidos, ni siquiera consigan que su nombre resulte conocido. Igualmente podría haber dicho Russian Red, que ahora hasta la llaman para que cante en la televisión en prime time…

Lógicamente, para empezar, habría que definir lo que es el éxito, pero en el tema musical me refiero a conseguir salir de la esfera indie, quitarse en cierto modo la etiqueta de «exclusivo» o «minoritario» y calar entre un grupo considerable de gente. En otros ámbitos bien podría ser obtener reconocimiento profesioanl, que tu blog alcance una masa de lectores importante (pongamos más de 1500 lectores mediante feed) o, en el mismo ámbito, salir en portada de menéame o no (aunque alguno lo considera molestia más que éxito, como ejemplos yo creo que ilustran mi idea).

Y lo que me da la sensación de que todo es muy aleatorio en cierta manera es que la calidad del trabajo no es de ninguna manera garante de obtener ni reconocimiento, ni fama, ni nada en absoluto. Es más, lo que obtiene el éxito en cualquiera de sus vertientes es a veces considerado como auténtica basura por otros colegas, que no se explican cómo una alternativa inferior es la que consigue dominar a las demás.

Un caso más que bueno es el de Microsoft: aunque muchos paganos tengan a Bill Gates como el superjuanker inventor de los ordenadores, este aborto de abogado lo que tuvo es visión, estuvo en el sitio correcto en el momento exacto, y mucha suerte. También le echó morro en cantidad y demás para conseguir colar aquel MS-DOS que no tenía, pero por no profundizar podría decirse que su éxito se originó por unas circunstancias afortunadas, que luego lógicamente supo aprovechar (y más tarde abusar, monopolizar y demás, como todos sabemos).

O qué decir del pobre Van Gogh. Muerto de hambre toda su vida, comiéndose sus cuadros porque a nadie le apetecía comprar sus manchurrones difuminados para que ahora un solo cuadro valga más que toda la riqueza que tuvo en vida el pobre. Puto éxito, que pensará Van Gogh si allí por donde anda aún ha disfrutado de la jodida ironía…

Quince minutos escribiendo, más un rato que llevaba dándoles vueltas en el camino de vuelta a casa (con parada de los amigos de verde para que les soplase y todo, viaje completo), y sigo sin sacar nada en claro. Si este mundo estuviese bien definido, simplemente habría que mirar el código del algoritmo que determina lo que triunfa y lo que no, al estilo del «interestingness» de Flickr… Lo único que tengo bastante claro es que el éxito es para quien lo intenta, desde luego.

Escaparate raro de cojones

Igual es que me estoy haciendo, viejo, pero hoy dando una vuelta por Santiago (en Rosalía de Castro, zona Hotel Peregrino) me he quedado flipandérrimo (máxima expresión de flipar) con el escaparate de una especie de farmacia-herbolario… Para empezar, tenían pegado este ininteligible cartel, lo primero que me llamó la atención:

Ininteligible

La horrible transcripción vendría a ser algo como:

E quedado el sabd Kn el guap de Klas n se q pnerm, s tn guap, stoy fatl, tngo uns grans orribls,

Que supongo que viene a decir que el ficticio personaje ha conseguido una cita el sábado con el guapo de clase, no sabe que ponerse, él es muy guapo, y él/ella está fatal con granos. Pues vale, no sé exactamente a quien se dirige, pero tiene pinta de ir a por los jóvenes con baja autoestima debido al acné, en concreto al sector femenino (aparte de por la menor probabilidad de que sea un mensaje gay y que no me cuadra con la atmósfera de superficialidad, por la ropa que complementaba el escaparate (de un herbolario o farmacia, insisto):

Ropa

Y para rematar la jugada maestra, carteles hurgando en la herida de los jóvenes con acné.

Acne No me gusto

Pues eso, me parece un escaparate con bastante mala leche, además de superficial, que intenta atraer a los potenciales clientes jóvenes de una manera bastante mezquina… No sé si les funcionará, pero sólo por el letrero en «SMS», el conjunto destila mal gusto (y no pega con el tipo de negocio, o ¿acaso regenta la tienda una niña de 15 años?).

Alcohol

Vodka pal body

Por lo general, no me gusta beber alcohol. No soy abstemio, ya que bebo cuando me da la gana (y aparte es una palabra fea, paso de serlo). En ocasiones contadas y puntuales bebo, pero sobre todo (y repito), cuando me da la gana. Porque las bebidas en como tal sí me gustan (me encantan los mojitos o las caipirinhas, por ejemplo), pero lo que no me gusta es lo que va alrededor del bebercio.

Para hablar de ello, presupondré el exceso cuando hablo de beberlo, ya que es lo habitual. Evidentemente, el alcohol tomado en cantidades moderadas y razonables no es tan asqueroso como lo pinto, y no tiene nada de malo ni me asquea. Como con todo, lo malo es el exceso…

Una de las cosas que odio es que socialmente el ocio nocturno esté asociado en su práctica totalidad al consumo de alcohol y rituales afines a ello, porque hace que me sienta excluído. Y, sobre todo, que la manera de consumirlo sea en cantidades industriales y cuanto más mejor. Que me expliquen qué hay de divertido en ponerse como una cuba si al día siguiente ni siquiera recuerdas lo que hiciste…

Cuando bebo, a mi me gusta disfrutarlo, de una manera pausada y saboreando la bebida.

En prácticamente cualquier evento social el no beber alcohol hace que prácticamente tenga que dar explicaciones y que me miren como a un bicho raro. Hay múltiples razones por las que no me gusta el alcohol, y más tienen que ver con el efecto que he observado que produce en personas cercanas, que con los efectos que produce sobre mi.

No conozco a ninguna persona de la que disfrute más de su compañía estando borracho que estando sobrio. Ni a una sola. Y si lo conociese, probablemente no acabaría entre mis amistades favoritas. El alcohol te atonta, te vuelve bobo, hace que actues como un idiota. No acabo de verle la parte interesante a eso, sobre todo cuando eso está pasando mientras tú ni te enteras en tu tiovivo multicolor. ¿Que te diviertes más estando borracho? Pues quizás deberías considerar el practicarte una lobotomía y hacer permamente el estado de embriaguez inducida.

Hay gente a la que he llegado a ver en condiciones tan deplorables que nunca he podido verlas tal y como las veía antes. El problema, claro, no es encontrarse a alguien una vez seriamente perjudicado. El problema es encontrártelo así una  vez tras otra, en lo que para él es una costumbre.

Respecto a los efectos que produce en mi, no me gusta sentirme imbécil y no tener el control de mis actos. Evidentemente, el sentimiento de imbecilidad es algo que se adquiere a posteriori, porque durante la alcoholización severa el mundo es bonito, eres una persona muy interesante y todas las personas te caen bien. Una percepción falsa y adulterada.

Punto aparte se merece el alcohol y el coche. Hay pocas cosas que deterioren tanto la imagen que tengo de una persona como verle coger el coche estando borracho o que hable de ello incluso con orgullo. Será que le tengo mucho aprecio a mi vida y no me gusta la idea de que me mate un energúmeno que no ha sido capaz de tener el criterio de coger un puto taxi, no sé. Y aún me da más asco la idea de poder hacer daño a alguien conduciendo habiendo cogido el coche después de beber, creo que sería algo que no me podría perdonar en la vida.

No puedo dejar de sorprenderme que esta droga sea tan socialmente aceptada, y que se tengan tan subestimados sus efectos mientras se sobrevaloran sus efectos. Cuantos alcohólicos hay sin saberlo…

Creo que esto ha quedado como una especie de batiburrillo infumable, pero es algo que llevaba dentro y tenía que soltar. Quizás suene a talibán antialcohol y antidrogas, y esa en absoluto es mi opinión. Creo que cada uno es responsable de lo que hace, y eso implica que no debería obligarse a nadie a hacer algo que no le gusta.

Actualización necesaria: como siempre digo y ahora confirmo, las generalizaciones son odiosas.

Tras este post se ha dado por aludida gente que nunca tendría que haberse visto reflejada en mis palabras. Pido perdón a todos los que se hayan dado por aludidos, sobre todo a aquellos de mis amigos más cercanos. No quería ofender a ninguno de vosotros, no hablaba de mis amigos sino de gente más lejana que he conocido. Como ya digo en el post, aquellos a los que me refería no creo que llegasen a considerarse amigos míos.

Así que: perdón por generalizar y no ser más específico, y por haberos ofendido (sin querer, repito).

Lágrimas

Al final no acerté el resultado, pero al menos sí ganó el Manchester, algo es algo. De todas formas, además de un partido igualado y no demasiado brillante (lo que se espera de una final, vamos), algo me resultó curioso.

No creo que me equivoque mucho si digo que Cristiano Ronaldo puede que sea una de las personas más envidiadas del planeta. Tiene dinero, fama, talento, carisma, es guapo, … y aún así, pudo llorar de rabia y frustración igual que haría cualquiera cuando estuvo a punto de perder lo que más quería en ese momento, sin que durante unos instantes no importase todo lo que tiene, más que el fracaso en sus ambiciones y la insatisfacción con uno mismo.  Cierto es que en dos minutos el ganador fue él y volvió a llorar, pero esa vez de liberación y felicidad, sollozando como haría otro cualquiera…

La otra modalidad de llanto solo tuvo una modalidad, la de tristeza y desesperación, en este caso del capitán del equipo que perdió, y responsable de fallar el penalty que podría haberles hecho ganar.

Supongo que, igual que la muerte, el llanto nos iguala.

Retos intelectuales

Qué chico más majo... y qué cosas más raras le pasan xD

Al entretenerme, me gusta no sólo que se me distraiga, sino que de alguna forma se me haga pensar. Esto vale para las películas, televisión, libros, internet… Quizás en los videojuegos lo incumplo un poco, ya que por esta regla de tres me gustarían las aventuras gráficas, pero es un género al que no le he dedicado suficiente tiempo como para apreciarlo como se merece.

Esto hace que a veces me gusten auténticas obras de arte (o basuras, todo depende del enfoque) que en realidad no llego a entender, pero que mientras disfruto de ellas me hacen pensar a algún nivel.

Puede ser porque el tema es suficientemente interesante como para que el tema me haga ahondar (mentalmente) en él. Por ejemplo, con las (buenas) películas de ciencia ficción me pasa algo así, me puedo pasar media película distraído pensando en lo que propone.

Arte Pixelado

Otra cosa que me gusta es lo que, a priori, no entiendo. Me gusta encontrarme con algo que, de buenas a primeras, no sé por donde cogerlo. El no verle sentido me obliga a buscarle algún tipo de sentido, algo que en un primer vistazo he obviado. A veces consigo sacar alguna conclusión, por muy tangencial al tema propuesto que sea, y otras, sencillamente, acabo sin una conclusión en firme respecto a lo que acabo de ver. Esto me pasa con el arte surrealista, como las pinturas de Dalí, por ejemplo. No acabo de entenderlo, pero me gusta buscarle algún sentido… aunque a veces sea tan rebuscado que sólo yo lo vea. También me pasa con el cine de David Lynch (Cabeza Borradora como ejemplo más claro), por ejemplo.

Y si finalmente no le encuentro ningún sentido, no me decepciona sino que me contenta que la obra haya sido capaz de suponer un reto intelectualmente hablando. A menudo encuentro más reconfortante que algo me haga pensar o que me desconcierte a que algo me entretenga sin ofrecer nada más.

De todas formas, con esto no rechazo el «entretenimiento por el entretenimiento». Por ejemplo, no hago ascos a los efectos especiales, explosiones o disparos en una película… Pero para que «me llene» debe ofrecer «algo más». Sino, simplemente me hará pasar un rato medianamente entretenido, pero que acabaré olvidando al poco tiempo.

Se ¿Libre?

Que levante la mano quien no se haya sentido así alguna vez…

Grafitti acerca de la libertad

Ve al trabajo, manda a tus hijos al colegio.

Sigue las modas, actua con normalidad.

Camina por el asfalto, ve la televisión.

Ahorra para tu jubilación, obedece la ley.

Repite conmigo: Soy libre.

Vía Menéame.