Este día gris y lluvioso en el que escribo con el sonido de las teclas del portátil, el monótono zumbido del PC y las gotas estrellándose cuales kamikazes contra las ventanas de mi cuarto predispone a escribir algo sobre algo tan común como las precipitaciones (pero que tanto nos afectan, lo quieras o no), y como no iba a ser yo (ni Hugo) el único que hablase sobre la lluvia, nunca está de más citar a alguien que escriba mejor que tú.
La gente que no lo ha experimentado no sabe lo que pueden dar de sí tantos días lloviendo, cómo pueden vencer las resistencias de los no habituados, cambiar la situación de un alma, dejarla inerme, desnuda.