Me he venido a vivir a Holanda, ¿por qué?

Browersgracht ("El canal de los cerveceros") #amsterdam #nofilters

Desde hace algo de un mes estoy trabajando como desarrollador móvil en Holanda, en concreto en la capital, Ámsterdam. Las razones que me han traído hasta aquí son más personales que laborales, ya que con mi empresa tenía trabajo garantizado, un sueldo fijo y unos clientes que en general se quedaban contentos, pero necesitaba un cambio de aires.

Lo bueno de plantearse un cambio laboral y de residencia como programador móvil es que, a día de hoy, podemos encontrar trabajo en cualquier parte del mundo. Así que, puestos a elegir, intenté que la decisión fuese lo más fundamentada posible: el destino debería ser un sitio con las siguientes características (idealmente):

  • una sociedad justa, con redistribución de la riqueza
  • posibilidad de viajar y conocer sitios sin mucha complicación
  • una oferta cultural activa y atractiva
  • un tránsito al trabajo corto (menos de 1h en total por día)
  • un buen clima, a poder ser menos lluvioso que Santiago
  • más riqueza per cápita que España (ya puestos a irnos a otro sitio, que sea uno más próspero, no?)
  • una tasa de paro baja (<10%)
  • una ciudad atractiva (vamos, que sea bonita)
  • un sitio donde se respeten a las mujeres, laboral y socialmente
  • un lugar con una economía digital avanzada y madura, o muy activa
  • que utilicen euros, y los trámites para trabajar en el país sean los menores posibles.

Lo bueno de poder elegir a dónde vas es que puedes establecer tú los parámetros de lo que buscas, no son las circunstancias las que eligen. Así, en Holanda, Amsterdam en particular, encontramos una mezcla perfecta de lo que buscábamos: es una ciudad cosmopolita, capital de los Países Bajos, con todos los servicios y ventajas que ello supone en cuanto a tener a tu disposición medios de transporte,educación o sanidad de primer nivel, PERO: todo esto en una ciudad de menos de un millón de habitantes, en la que hay más bicicletas que habitantes (con la tranquilidad que eso supone en cuanto a ruido y contaminación), y quitando las zonas céntricas (orientadas a turistas) o periféricas, encuentras barrios totalmente tranquilos.

  • Una gran igualdad en ingresos y redistribución de la riqueza, con un país relativamente pequeño (comparado con España), próspero, y con un PIB per capita de 51.000 USD
    The Netherlands is in the top 5 of European countries with the smallest differences in income.
  • El aeropuerto de Schiphol está a 20 minutos del centro de la ciudad (en tren o taxi), y es el 4º aeropuerto más transitado del mundo. Muchísimas conexiones internacionales, y multitud de destinos para elegir. Y Rotterdam es el puerto más grande de Europa  (cosas que aprende uno al venirse a Holanda!). Además, están todos los Países Bajos por conocer, llenos de muchas ciudades y pueblos con cascos antiguos bien conservados, ciudades con arquitecturas modernas vanguardistas, y paisajes salpicados de tulipanes por todas partes.
  • La oferta cultural de Amsterdam es variada y de todo tipo. Música en directo, teatros, festivales de cine, restaurantes con gastronomía de todo el mundo… todo ello complementado con una red de museos muy atractiva por toda Holanda, con la posibilidad de comprar una tarjeta para ir a todos ellos
  • El medio de transporte estándar de la ciudad es la bici: todo el mundo la utiliza en sus desplazamientos por la ciudad, y si es un desplazamiento más largo, se combina con el transporte público (la aparcas y coges un tren, tranvía o autobús). Haces ejercicio, disfrutas de que la ciudad es completamente plana, y muchas veces incluso llegas antes que yendo en vehículo! No solo la ciudad está complemente salpicada de carriles bici en todas las direcciones, sino que también hay espacio para dejar la bici en cualquier sitio (la zona de Centraal Station es la más complicada, eso sí). Los trayectos en general son cortos (en torno a 30 minutos bastan para cruzar el centro), y yo en concreto trabajo a 10 minutos en bici de casa…
  • El clima de Holanda es atlántico, como en Galicia. No es fantástico, porque llueve bastante y en invierno las temperaturas pueden llegar a bajar de cero habitualmente – pero está visto que si buscas prosperidad económica y social hay que irse cada vez más al norte, y el clima de Amsterdam es más suave que Suecia o Alemania, menos lluvioso que Irlanda, algo menos frío que Londres… pero en esto no es la mejor elección de calle, desde luego :)
  • La tasa de paro de Holanda es de del 6%, y en determinadas profesiones tienen una escasez endémica, entre ellas en desarrollo móvil. Ahí es donde entra la facilidad de encontrar trabajo y la posibilidad de elección, sobre todo con cierta experiencia (más de 2-3 años). Además, existe una ley llamada la «normal del 30%«, que aplican a extranjeros cualificados que vengan al país a trabajar en profesiones en las que existe poca oferta en los Países Bajos, con la que durante los 10 primeros años tienes un 30% de tu salario exento de impuestos. Hay una serie de requisitos (salario mínimo, titulación universitaria, trámites a realizar, etc), pero es relativamente accesible y es un buen pico de impuestos ahorrados
  • Qué decir de lo turística y pintoresca que es la ciudad: casitas del canal inclinadas, puentes cruzando todos los canales que cruzan el centro como una tela de araña, bicicletas por todas partes, el Barrio Rojo, molinos… solo hay que ver mi Instagram de las últimas semanas :D
    instagram
  • La sociedad holandesa es práctica, y bastante organizada. Se premia el esfuerzo y el trabajo, y se respeta el tiempo personal de la gente. Los horarios facilitan la convivencia, y es común reducir la jornada para poder tener más tiempo libre o en familia. En general respetan al prójimo, y conviven en un ambiente de libertad. Es cierto que hay ciertas desigualdades de género y se puede mejorar en ello, pero es un país igualitario en general, y en cuestión de género no es excepción.
  • Los países bajos tienen una economía digital muy potente, con numerosas multinacionales que establecen su sede europea en el país, y que genera muchísimo negocio entorno a e-commerce, servicios, exportación de todo tipo de servicios digitales a todo el mundo… De hecho, los Países Bajos son séptimos en el índice ICT (Information and Communication Technologies) de la ONU. Con lo cual, las opciones laborales en torno al sector son, como es de esperar, numerosas…
  • Siendo miembro de la Unión Europea, no es necesario ningún tipo de permiso de trabajo o de inmigración para un ciudadano de la UE, y los trámites son mínimos. Basta con darse de alta como ciudadano en el Ayuntamiento, y contratar un seguro de sanidad (es obligatorio y a cuenta personal, no de la empresa o del Estado, como en España)

Todo esto, aderezado con que el año pasado @droideca y yo estuvimos de vacaciones una semana y nos encantó el ambiente de la ciudad. Una vez que pasas por alto lo más céntrico y turístico (véase: Barrio Rojo y aledaños), te encuentras con una ciudad de un tamaño muy practicable, muy amigable con los extranjeros, y muy segura. Apenas hay incidentes, quitando los robos en las casas típicos de una gran ciudad, o los de bicicletas (que son constantes), y la gente vive en el centro de la ciudad, no es solo un lugar para oficinas, empresas y reservado a los más pudientes. Evidentemente el alquiler céntrico es bastante caro, pero es factible.

El nivel de vida es alto, las casas y locales están adaptados para no pasar frío en ellas, la sociedad está complemente acostumbrada a tratar con extranjeros, hablando con total normalidad con extranjeros en inglés (cualquier persona, desde un operario de atención al público a un cajero de supermercado).

Nos hemos encontrado con una comunidad extranjera numerosa y buena recepción, y las primeras sensaciones son muy buenas. Quién sabe que nos deparará el futuro, pero esperemos que la experiencia sea enriquecedora!

Algunas cosas más… sobre desigualdad, la igualdad de género, la ciudad, las bicis en la ciudad, o la sociedad holandesa.

Así nos va en este país

«En este país…», ésta es la frase que todos repetimos a porfía, frase que sirve de clave para toda clase de explicaciones, cualquiera que sea la cosa que a nuestros ojos choque en mal sentido. «¿Qué quiere usted?» -decimos-, «¡en este país!» Cualquier acontecimiento desagradable que nos suceda, creemos explicarle perfectamente con la frasecilla: «¡Cosas de este país!», que con vanidad pronunciamos y sin pudor alguno repetimos.

Que en España no se hace todo perfecto está claro, como no se ha en ninguna parte. Pero me irrita bastante la gente que, sin mirar más allá de las fronteras, considera que el sitio donde vive es el peor ejemplo de cualquier cosa, y que todos los vicios que hay alrededor son culpa de los demás.

Creo en aquello de «si no eres parte de la solución, eres parte del problema», y en «ser el cambio que quieres ver en el mundo«, y por eso me irrita que la gente no vea los problemas como algo mutable, y que se pueda transformar y cambiar, sino como un vicio externo de sus vecinos. 

Obviamente no podía ser el primero al que le pase esto. Mariano José de Larra escribió en 1833 (hace casi 200 años!) «En este país», un artículo que critica y desmonta la aún tan hoy en día manida y odiosa frase. Es matemático: tras esa coletilla vendrá una amarga queja de lo que va mal en España, como si en el resto del mundo atasen a los perros con longaliza y tienen la solución a todos los problemas del mundo. Y no solo eso, sino que además todo ha sido así desde siempre. Nosotros no lo sabemos porque somos unos atrasados y unos idiotas.

En fin. Me dan ganas de mandar a los Don Periquitos de paseo por el mundo, a ver si viendo cómo se las gastan en otros países valorarían más cómo se hacen otras cosas «en este país». Porque no todo se hará mal, digo yo.

Cuando oímos a un extranjero que tiene la fortuna de pertenecer a un país donde las ventajas de la ilustración se han hecho conocer con mucha anterioridad que en el nuestro, por causas que no es de nuestra inspección examinar, nada extrañamos en su boca, si no es la falta de consideración y aun de gratitud que reclama la hospitalidad de todo hombre honrado que la recibe; pero cuando oímos la expresión despreciativa que hoy merece nuestra sátira en bocas de españoles, y de españoles, sobre todo, que no conocen más país que este mismo suyo, que tan injustamente dilaceran, apenas reconoce nuestra indignación límites en que contenerse.

Borremos, pues, de nuestro lenguaje la humillante expresión que no nombra a este país sino para denigrarle; volvamos los ojos atrás, comparemos y nos creeremos felices. Si alguna vez miramos adelante y nos comparamos con el extranjero, sea para prepararnos un porvenir mejor que el presente, y para rivalizar en nuestros adelantos con los de nuestros vecinos: sólo en este sentido opondremos nosotros en algunos de nuestros artículos el bien de fuera al mal de dentro.

Olvidemos, lo repetimos, esa funesta expresión que contribuye a aumentar la injusta desconfianza que de nuestras propias fuerzas tenemos. Hagamos más favor o justicia a nuestro país, y creámosle capaz de esfuerzos y felicidades. Cumpla cada español con sus deberes de buen patricio, y en vez de alimentar nuestra inacción con la expresión de desaliento: «¡Cosas de España!», contribuya cada cual a las mejoras posibles. Entonces este país dejará de ser tan mal tratado de los extranjeros, a cuyo desprecio nada podemos oponer, si de él les damos nosotros mismos el vergonzoso ejemplo.

Más en el texto completo, que casi doscientos años después sigue completamente vigente.

 

Viviendo para morir

La muerte es un tema complicado para mucha gente, casi tabú. Y es complicado convivir con ella o asimilarla, porque aunque por definición la muerte es parte de nuestras vidas desde el principio hasta el final inevitable, pocas veces se enseña cómo afrontarla, o cómo convivir con el hecho de que todos a quiénes conoces morirán antes o temprano, sin que ello te paralice. Supongo que a cada uno le toca elegir cómo lo hará.

A veces las enseñanzas te vienen a hostias, y no te da tiempo a pensar nada. Las únicas opciones son hundirse y ensañarse en el pensamiento de lo injusta que es la vida, que siempre se van los mejores y demás tópicos, o aceptar que la vida es como es, ni justa ni injusta: simplemente todo el mundo se muere, incluso a quiénes más queremos.

Supongo que sonará frío, duro, impasible o como se le quiera llamar. Me lo han llamado. Pero en realidad, pienso que todas nuestras vidas serían mejores si fuésemos conscientes de que cualquier momento puede ser el último en el que vemos a quienes nos importan, aprovechando los pequeños motivos para ser felices, y alejarse de tonterías y excusas para no serlo.

Esto no significa no echar de menos horriblemente a los que se van, o sentir rabia porque las cosas no son como querrías. Pero no las puedes cambiar. Y es más fácil y productivo aprender a vivir con las cosas como son, que vivir en la frustración de no poder cambiar lo irreversible.

Porque si algo tiene la muerte, es que todo parece pequeño a su lado. El coche funciona mal? Poco dinero para llegar a fin de mes? No puedes permitirte esas vacaciones soñadas? La gente habla mal de ti a tus espaldas? Lo pones a su lado y todo es insignificante. En vez de dejarse dominar por el hecho de que nuestro tiempo en el mundo es limitado, creo que es más productivo crear una vida de la que, mirando atrás cuando llegue el momento, estés orgulloso de haber vivido, y sobre todo, de la manera en que uno ha querido. Y aprovechar cada momento para intentar ser feliz, porque nunca vas a saber cuándo es tu último día.

Mi visión del mercado laboral

Mercado
¿Has pensado alguna vez cómo te vendes? ¡Destaca!

Tras más de tres años en la misma empresa, he decidido dar un cambio a mi vida laboral y probar suerte en otro lado. No porque haya empezado a irme mal o esté especialmente incómodo, sino porque siento que necesito estar en más sitios para tener una visión completa del mercado laboral, ver como se trabaja en otras empresas y cómo me adapto a otros compañeros. Plantearme nuevos retos fuera de la comodidad y rutina que había labrado.

Cuando empecé, mi idea era haber estado un tiempo corto (alrededor de un año y pico) y rotar, para hacer lo que hago ahora: «ver más mundo». Pero siguiendo en el mismo sitio tuve un poco lo que buscaba: trabajar con distintos equipos, no quedarme con una sola tecnología (ya que estoy comenzando y necesito saber qué es lo que me gusta a base de probarlo), participar en varios proyectos diferentes con distintos roles, no rechazar ningún reto y sentirme bien valorado acorde a las posiciones que podría haber obtenido en otras empresas.

Durante estos tres años no me oculté de potenciales empleadores por tener ya un puesto. Tal y como veo yo el mundo del trabajo, está descrito por la propia la expresión, un «mercado laboral», además, con la aparición de las redes sociales todos estos temas se están transformado rapidamente, como en el caso de Cetelem que busca empleados desde Twitter. Y como tal, se rige por la oferta y la demanda: gente que busca algo y otros que tienen algo que ofrecen . Es lógico que la gente quiera optar a puestos superiores, pero eso mismo quieren otros que pueden aportar méritos iguales o superiores. Con lo cual, para poder dar un «valor añadido» hay que ofrecer algo diferente, algo que te haga un candidato más interesante para un puesto que otra persona. La clave está en buscar en qué se quiere (y puede) destacar, qué te puede hacer diferente: ser más ágil aprendiendo, más flexible en cuanto a las condiciones en las que tienes que trabajar en un proyecto (no me refiero a trabajar más horas gratis, sino a adaptarse a las necesidades del cliente final), tener más conocimientos sobre una tecnología concreta, experiencia en proyectos personales…

Tal y como lo veo, una manera inequívoca de comprobar si estás orientando bien tu perfil, si tu «marca personal» es atractiva para quien tenga poder de decisión para contratarte, es ponerte a prueba y optar a puestos de trabajo, o escuchar las ofertas que te lleguen. Si estás bien valorado en la empresa en la que estás (en cuanto a condiciones laborales, presión en el trabajo, sueldo, etc.) probablemente no consigan hacer una oferta que te atraiga en todos esos aspectos, pero si te han ofrecido el puesto es que estás construyendo una buena imagen tuya como profesional. O que engañas muy bien a la gente en las entrevistas de trabajo, pero en mi opinión eso es pan para hoy y hambre para mañana, mentir para conseguir un puesto no beneficia a nadie (la empresa va a tener menos de lo que buscaba y tú no vas a dar la talla tarde o temprano).

Durante estos tres años he tenido una visión de la informática como profesión, más allá del punto de vista que tenía de ella como afición. Evidentemente, hay muchas cosas que no me apasionan, pero no creo que haya un trabajo que te guste el 100% del tiempo – y el mío me gusta la mayoría del tiempo. Si alguien me preguntase qué debería de hacer para trabajar en informática y no acabar «cobrando una mierda» (que al final es lo que hace que trabajes para otro, lo que te paguen), le daría el consejo de labrarse una buena imagen como profesional. Para ello creo que es fundamental que te guste la informática. A partir de ahí, lo que te pida el cuerpo… colaborar con proyectos de código abierto, escribir en weblogs sobre una temática que te interese, crea tus propios proyectos personales… lo que sea, pero no estarse quieto. Tener visibilidad, que si alguien busca sobre ti encuentre cosas que has hecho, cosas que hablen bien de ti. El resto llegará, porque ese trabajo extra no exclusivamente laboral será tu «plus» en cualquier carta de presentación, tu valor añadido.

Lo que es imposible es no tener interés por reciclarse constantemente, quedarse estancado con lo que se sabe en determinado momento, y luego pretender que vengan de todas partes a llamarte para ofrecerte puestos de trabajos muy bien remunerados. No funciona así. Para obtener algo es necesario darlo primero, un esfuerzo en uno mismo, para luego recoger los frutos…

Y luego está la opción de montárselo uno mismo. Si no te contenta lo que nadie te ofrece para trabajar para ellos, inténtalo por ti mismo. Si crees que no se te valora suficientemente o que nadie te ofrece lo que deberías recibir, coge los bártulos y ofrece directamente tus servicios sin esperar a que te contrate una empresa. Pero, ¡ay amigo!, seguro que es mucho más cómodo quedarse donde estás y no moverte por ti mismo… y a veces hay que elegir entre comodidad o realización personal. Y por ello me he embarcado también en proyectos personales que «me llenen» más allá del trabajo que me toque hacer. Y si alguien siempre había tenido el deseo de tener código escrito por mi en su poder, ahora puede hacerlo pagando y pidiendo lo que quiera, que si interesa a ambas partes lo tendrá :-)… y en otro capítulo tocará hablar del «emprendimiento», o de cómo «montárselo por uno mismo» (o, al menos, intentarlo, que no es poco).

PD: aunque está implícito, mi visión del mercado laboral se limita a mi ámbito, la informática. Soy consciente de que la mayoría de lo que digo sólo se aplica a mercados con cierta demanda… y en otras profesiones es mucho más complicado destacar frente a otros «competidores».

Llegó el día… y Lost se acabó

Alerta: el post va sobre Lost, serie que ya ha acabado. Si no quieres saber nada sobre ella… no leas, claro.

Como medio mundo sabe, el lunes bien pronto por la mañana acabó Lost. Punto y final a seis temporadas, seis años en los que hemos ido viviendo la vida de varios personajes hasta sentirles tan cercanos como si fuesen amigos de toda la vida. Con nuestros favoritos y nuestros odiados, cada uno con su Candidato perfecto, su final a la medida, los misterios que quería ver resueltos sí o sí, las teorías que se han ido haciendo temporada tras temporada…

Y a lo largo de seis años la serie ha ido cambiando, mucho. Tocando distintos géneros, planteando dudas en cada capítulo, resolviendo alguna… y hubo momentos en los que me pareció una tomadura de pelo, una carrera por sumar incógnitas a una ecuación cada vez más complicada y con menos visos de resolverse. Pero decidí aguantar y comprar si valía la pena descargar religiosamente cada semana el capítulo de turno, ir lamentando los parones en la emisión y cagarme en la huelga de guionistas que nos dejó con mono de Lost.

Llegué al final como casi todos, con ganas de respuestas, de encajar las piezas del puzzle caótico que se habían ido dibujando en las primeras cinco temporadas. Pero tras unos capítulos tuve que resignarme, ceder ante la evidencia de que el desenlace no iba a ofrecer respuesta a todas las preguntas, sólo a algunas importantes para lo que de verdad es el centro de la serie: los personajes. Un viaje de seis años en que nos han presentado a unos personajes al completo, desde su infancia a lo que pasa más allá de su muerte, mientras nos distraían con osos polares, aviones, islas, accidentes, electromagnetismo, viajes en el tiempo…y no nos dábamos cuenta de que lo constante y protagonista eran los propios personajes.

Algunos prefirieron centrarse en obtener respuestas, en completar el mundo alrededor de los personajes y dar una explicación a todo lo que pasa alrededor de ellos. Pero yo he disfrutado esta etapa final muchísimo, emocionándome con el desenlace del viaje Jack, Desmond, Sawyer, Hurley, Faraday, Juliet y los demás. Es ya un tópico, pero lo que he disfrutado en Lost ha sido el viaje completo, con detalles que lo han hecho especial y adictivo (otros les llaman preguntas sin respuesta), y que ha cambiado cómo consumo contenidos.

Lost ha sido la serie que ha hecho que fuese descargando puntualmente cada capítulo, buscando los subtítulos (www.subtitulos.es difunde la palabra), y disfrutando en los foros, blogs y conversaciones de la serie casi tanto como viendo los capítulos (como lo bien que lo pasé leyendo los imprescindibles posts de pjorge sobre la sexta temporada). Incluso tomando un día libre en el trabajo para poder ver el capítulo final a gusto y en directo. Y me encanta que deje puertas abiertas que sigan permitiendo estas conversaciones y elucubraciones al margen, que permitan que se siga hablando de la serie.

Guía para volar con Ryanair (basado en mi experiencia)

Ryanair es una empresa que despierta opiniones muy polarizadas, generando grupos que la odian por considerarla lo peor del mundo y el colmo de la cutrez, y otros que la idolatran por abaratar hasta límites insospechados algunos destinos de vuelos antes prohibitivos.

Yo llevo unos cuantos vuelos con ellos, tanto domésticos (Madrid – Santiago y viceversa) como internacionales (Londres y Roma, desde Santiago también). Me gusta volar con ellos, sobre todo por el ahorro que supone respecto a las alternativas de aerolíneas «tradicionales» (sobre todo, Iberia), pero tampoco me ciegan sus campañas de márketing, y que la mayoría del tiempo su opción sea la más barata no evita que compruebe las alternativas de las otras compañías. Aún así, excepto una vez que viajé con Iberia, resultó la manera más barata de volar en avión cuando y a donde quería.

En este post intentaré contar la experiencia de haber volado con ellos, además de resolver una serie de FAQs, con dudas que algún amigo me ha hecho ante la posibilidad de viajar con ellos.

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Compras por internet, aduanas y costes no previstos

Cuando estuve buscando cámara de fotos, lógicamente miré multitud de tiendas para conseguir el mejor precio entre las cámaras en las que estaba indeciso. Una vez elegí la Lumix LX3, las opciones que vi posibles fueron las siguientes (los precios son los que recuerdo de cuando la compré), en las que básicamente va cambiando el servicio postventa recibido y el precio, en consonancia:

  1. Comercio local (El Corte Inglés, sólo la encontré allí disponible, y esperando una semana y pico a tener stock). 500€, un buen servicio postventa y cero accesorios.
  2. Comercio situado en España (Canarias), por Internet. Así salía por unos 470€, gastos incluídos. De nuevo, sin accesorios, aunque la garantía era válida en toda Europa.
  3. Comercio especializado de Internet (Pixmanía, por ejemplo). El precio era de unos 450€ con gastos, incluyendo también garantía europea y ningún accesorio (aunque ofrecían un pequeño descuento al comprarlos en el mismo pedido).
  4. Compra en Hong Kong (a través de Internet, claro). Como es de esperar, el mejor precio se encontraba en esta opción, pagando en dólares el precio final quedaba en unos 350€…

La opción que escogí fue la 4, la compra en Hong Kong, aunque pagué un poco más que en otras tiendas por recibir un vale por 1 año de garantía internacional que no sé si llegaré a usar nunca (y prefiero no tener que usarlo). Además, en el «paquete» de la cámara incluían algún que otro accesorio, incluyendo batería de recambio, una tarjeta de memoria de 4Gb, un minitrípode, una funda, etc.

La cosa no sonaba mal… pero la realidad es que es mejor comprar la cámara por separado y escoger los accesorios uno a uno, ya que al final he acabado por tener que escoger otra funda y otra tarjeta de memoria mayor (16Gb, para poder grabar más vídeo HD), con lo cual el «ahorro» se va al garete.

Pero lo que realmente desbarató mi plan de comprar la Lumix Lx3 más barata del mundo fue el no haber previsto los costes de aduana al comprar por Internet. Hasta ahora no me había tocado, pero a raíz de esta compra me informé un poco…

Cómo funcionan las aduanas al comprar por internet (un enfoque práctico)

En principio, todo producto que pase por las Aduanas españolas y no venga de la Unión Europea debería pasar por la Aduana, y pagar las correspondientes tasas. Estas tasas son, más o menos, el IVA del producto (alrededor del 16%), más los gastos administrativos de la Aduana (no son muy grandes, unos Euros).

Pero en la práctica, el volumen de inspecciones tendría que ser brutal, así que sólo se acaban parando algunos paquetes que llevan declarado correctamente el precio y es rentable pararlos. Si lo paran, tocará pagar los gastos que decía, y se ponen en contacto contigo desde la Aduana para que pagues y lo recojas.

Ahora bien, aquí entran en juego las agencias de transporte. Mi paquete venía por DHL, y ellos mismos ofrecen un «servicio» de gestión aduanera, que inluye el pago de los cargos correspondientes y recogerlo en la oficina de aduanas para llevártelo a casa. Todo, lógicamente, por un precio. En mi caso, fueron más caros los trámites de DHL que el arancel que tuve que pagar a las aduanas (unos 50€ a DHL, y no llegó a 40€ el coste de Aduana).

Cómo evitar los gastos de Aduana

Para evitar estos trámites, hay gente que prefiere recibir sus envíos por correo ordinario (Hong Kong Post o USPS, para Hong Kong y EEUU, por ejemplo), sin usar agencias (ya que a éstas les interesa que paren el paquete para poder cobrar un plus). Otra recomendación (que no cumplí) es no preguntar por el estado del paquete a la agencia, porque en tal caso lo más normal es que aceleren el trámite de sacarlo de la Aduana… pagando. Enviarlo por correo ordinario es más arriesgado (se pierden o dañan más paquetes), así que cada uno sabrá lo que le compensa, pero en caso de usar una agencia deberíais contar de antemano con el sobrecoste de la Aduana…

La otra opción es bastante fácil, simplemente es comprar productos que vengan desde la UE. Si vienen desde territorio de la Unión Europea, estarán exentos de Aduanas y no habrá costes ocultos… Al comprar en Estados Unidos también se pagan aranceles, así que tampoco sería una opción. Como en el caso anterior de enviar por agencia o no, hay que «jugar» con las probabilidades de que lo paren, el coste de lo que compras y cuánto te ahorras, y ver si te sale rentable «arriesgarte» o no…

Por cierto, para comprar en la Unión Europea es muy buena idea aprovechar la actual fortaleza del Euro frente a la Libra y comprar en tiendas online inglesas, como en Amazon.co.uk, que tiene un gran catálogo y unos gastos de envío que suelen ser razonables. Otra tienda online que me ha sido útil últimamente es mymemory.co.uk, para comprar tarjetas de memoria a buen precio, y la «miniAmazon sin libros» Play.com, aunque estos te cobran en Euros directamente (y no cobran gastos de envío). No dudéis en compartir tiendas útiles en los comentarios :-)

En mi caso particular, ahora el precio en Pixmanía España es de 360€, lógicamente de haber sido así cuando la compré habría comprado en España con menos espera y a buen precio, o en el Reino Unido barata y esperando alrededor de 1 semana…

Obsolescencia Planificada: una ingeniería poco ética

La obsolescencia planificada es el proceso por el cual un producto o servicio se vuelve obsoleto o no funcional tras un período de tiempo calculado por el fabricante. La obsolescencia planificada tiene un potencial considerable para beneficiar al fabricante dado que el producto va a fallar en algún momento, poniendo bajo presión al consumidor para que adquiera otro producto nuevamente,1 ya sea del mismo productor (mediante la adquisición de una parte para reemplazar y arreglar el viejo producto o mediante la compra de un modelo del mismo más nuevo), o de un competidor, factor decisivo que también se prevé en el proceso de obsolescencia planificada.

Más en la wikipedia (obsolescencia planificada / planned obsolescence), incluyendo la clasificación por tipos (técnica/funcional, baterías propietarias, obsolescencia sistémica y de estilo).

iPod con clickwheel, un caso investigado por su tendencia a fallar a los 18 meses
iPod con clickwheel, un caso investigado por su tendencia a fallar a los 18 meses

Es algo que me molesta bastante en según que casos, sobre todo en los que el aparato/servicio en cuestión sigue valiéndome y no siento la necesidad de cambio a la que me impulsa el fabricante. Esto produce una sensación bastante contradictoria: por un lado, está la repugnante estrategia del fabricante (por lo calculado del proceso) de intentar forzarte a adquirir un nuevo modelo a la fuerza, haciendo que el producto falle o se quede viejo (a propósito), y por el otro lado está la satisfacción con el producto que hace que tenga suficiente apego hacia él como para no interesarme demasiado el cambio.

Por ejemplo, me pasa con mi navegador GPS, un MioMap C220. Me gusta la hechura, es muy resistente (ha aguantado golpes, rascazos y demás sin inmutarse), suficientemente pequeño y ligero y responde bastante bien. Si acaso, le echo en falta algo de RAM, pero nada exagerado comparado con los navegadores actuales.

Los nuevos modelos no mejoran demasiado la situación desde mi punto de vista. Pantallas con más resolución o ligeramente más grandes, aumentando el peso del aparato bastante, así como su tamaño, y haciendo incómodo usarlo como GPS «de bolsillo».

Pero, sobre todo, lo que más me obliga al cambio no es el hardware, sino la carencia de actualizaciones del software para esta serie de modelos, incluyendo esto una no-actualización de los mapas bastante considerable. Desde que compré el GPS hará ya casi un par de años sólo hubo una actualización oficial de mapas, mientras que yo le he aplicado al menos 3 o 4 por métodos no oficiales, que son la única manera de actualizarlos para mi modelo…

Y como con los mapas los fabricantes no han conseguido forzar a la actualización de los mapas, han optado por actualizar también el software de navegación y cambiando el formato de los mapas, para que parezca una auténtica revolución que sólo está al alcance de los modelos más actuales… ¡cuando mi vetusto GPS (cuando lo compré no era ni muy reciente) puede mover sin demasiados problemas el software, más allá de ir un poco más lento, y poder funcionar con unos mapas actualizados en 2009!

Por otra parte, hay casos en los que sí siento/tengo/me creo/me trago la necesidad de la actualización sin tantas pegas al proceso de actualización forzosa, como con los teléfonos móviles, un campo en el que me gusta tener modelos al día. Supongo que será en parte porque en este campo los avances sí me resultan evidentes… o simplemente, una cuestión de preferencias, porque me imagino que habrá quienes actualicen el GPS al ritmo que marcan los fabricantes.

Otra cosa curiosa del preparado proceso de la obsolescencia planificada es quiénes pueden llevarlo a cabo. Los fabricantes «baratos» no creo que dediquen demasiados recursos a calcular el tiempo de vida que le van a dar a su producto y la manera de alcanzarlo, simplemente usarán los componentes más baratos para obtener un producto con el precio de mercado más ajustado posible, pero ese producto se notará «barato».

En cambio, los fabricantes de productos de una gama por encima o en situación dominante de mercado sí pueden dedicar esfuerzo (dinero, al fin y al cabo) en calcular cuál es el periodo medio de vida que les interesa dar a un producto para garantizarse que se las compras de la siguiente generación se «sincronizan» con sus planes. Para ello, se encargarán de introducir elementos a priori innecesarios o con propensión a fallar al cabo de determinado tiempo, de manera que la apariencia y sensación de calidad del producto seguirá siendo muy alta, porque dichos componentes no fallarán hasta que «les toque»…

Lógicamente la idea es que el producto falle fuera de garantía, para no suponer costes a la marca y que el cliente siga teniendo una imagen suficientemente buena de la marca como para repetir, aceptando el fallo como algo natural. Y lo que resulta sangrante es que los recursos que dedican a calcular cómo asegurarse una venta futura forzando el fallo de algo que venden como bueno podrían estar dedicándolo a mejorar (o al menos no empeorar!) el propio producto…