Aplastamiento de las gotas

Llueve y hace frío. Se está bien en casa con calefacción y una manta, viendo como se aplastan las gotas contra el cristal…


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Yo no sé, mira, es terrible cómo llueve. Llueve todo el tiempo, afuera tupido y gris, aquí contra el balcón con goterones cuajados y duros, que hacen plaf y se aplastan como bofetadas uno detrás de otro, qué hastío. Ahora aparece una gotita en lo alto del marco de la ventana; se queda temblequeando contra el cielo que la triza en mil brillos apagados, va creciendo y se tambalea, ya va a caer y no se cae, todavía no se cae. Está prendida con todas las uñas, no quiere caerse y se la ve que se agarra con los dientes, mientras le crece la barriga; ya es una gotaza que cuelga majestuosa, y de pronto zup, ahí va, plaf, deshecha, nada, una viscosidad en el mármol.

Pero las hay que se suicidan y se entregan enseguida, brotan en el marco y ahí mismo se tiran; me parece ver la vibración del salto, sus piernitas desprendiéndose y el grito que las emborracha en esa nada del caer y aniquilarse. Tristes gotas, redondas inocentes gotas. Adiós gotas. Adiós.

Aplastamiento de las gotas, de Julio Cortázar.

Voy a confiarte, amada

Un beso cualquiera

¿Cuánto tiempo hace que no se me llama ñoño en mi propio blog? ¡Demasiado! Veamos si con un poco de buena poesía puedo ganarme los improperios del sector radical…

Va dedicado para… ya sabes, para ti.

Voy a confiarte, amada,
uno de los secretos
que más me martirizan. Es el caso
que a las veces mi ceño
tiene en un punto mismo
de cólera y esplín los fruncimientos.
O callo como un mudo,
o charlo como un necio,
suplicando el discurso
de burlas, carcajadas y dicterios.
¿Que me miran? Agravio.
¿Me han hablado? Zahiero.
Medio loco de atar, medio sonámbulo,
con mi poco de cuerdo.
¡Cómo bailan en ronda y remolino,
por las cuatro paredes del cerebro
repicando a compás sus consonantes,
mil endiablados versos
que imitan, en sus cláusulas y ritmos,
las músicas macabras de los muertos!
¡Y cómo se atropellan,
para saltar a un tiempo,
las estrofas sombrías,
de vocablos sangrientos,
que me suele enseñar la musa pálida,
la triste musa de los días negros!
Yo soy así. ¡Qué se hace! ¡Boberías
de soñador neurótico y enfermo!
¿Quieres saber acaso
la causa del misterio?
Una estatua de carne
me envenenó la vida con sus besos.
Y tenía tus labios, lindos, rojos
y tenía tus ojos, grandes, bellos…

Rima XI (Voy a confiarte, amada) de Rubén Darío.

Me gustas cuando callas… porque estás como ausente

Nubes

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te toca.
Parece que los ojos se te hubieran volado
Y parece que un beso te cerrara la boca.

Como todas las cosas están llenas de mi alma,
Emerges de las cosas, llena del alma mía.
Mariposa de sueño, te pareces a mi alma,
Y te pareces a la palabra melancolía.

Me gustas cuando callas y estás como distante,
y estás como quejándote, mariposa de arrullo.
Y me oyes desde lejos, y mi voz no te alcanza:
Déjame que me calle con el silencio tuyo.

Déjame que te hable también con tu silencio.
Claro como una lámpara, simple como un anillo.
Eres como la noche, callada y constelada.
Tu silencio es de estrella, tan lejano y sencillo.

Me gustas cuando callas porque estás como ausente,
Distante y dolorosa como si hubieras muerto.
Una palabra entonces, una sonrisa bastan.
Y estoy alegre, alegre de que no sea cierto.

 

Poema Quince de Pablo Neruda.

La imagen del Placer que resiste un momento

El artista es un poema del ingenioso Oscar Wilde, y tiene la particularidad de estar escrito en prosa.

Wilde era un gran amante del arte, y lo llevaba hasta su conducta y vestimenta, creando un estilo llamado esteticismo (por el cual tuvo enfrentamientos con algunos compañeros que no le entendían). Recibió bastantes palos de la crítica por su postura, siendo caricaturizado en numerosas ocasiones por su defensa del estecicismo. A pesar de ello era reconocido con bastante éxito como gran conversador, muy ingenioso. Resultado de estas conversaciones son sus aforismos, bastante conocidos y de los cuales ya he puesto alguno y pondré más.

Una noche llegó a su alma el deseo de crear una imagen del Placer que resiste un momento. Y se adentró en el mundo en búsqueda del bronce. Porque sólo podía pensar en el bronce.

Pero todo el bronce del mundo había desaparecido, y en ninguna parte de todo el mundo había bronce que se pudiera encontrar, salvo el bronce de la imagen del Dolor que perdura por Siempre.

Ahora, esta imagen, que él mismo había hecho, y con sus propias manos, la había colocado en la tumba de lo único que había amado en toda su vida. En la tumba de lo muerto que más había amado había colocado esta imagen que había creado, que bien podría servir como señal del amor de un hombre que no muere, y como símbolo del dolor del hombre que perdura para siempre. Y en todo el mundo no había otro bronce salvo el bronce de esta imagen.

Y tomó la imagen que había creado, y la colocó en un gran horno, y la prendió fuego.

Y del bronce de la imagen del Dolor que perdura por Siempre creó la imagen del Placer que resiste un momento.

Rima Eletrés

En línea

Volverán las oscuras golondrinas
en tu balcón sus nidos a colgar,
y otra vez con el ala a sus cristales
jugando llamarán.

Pero aquellas que el vuelo refrenaban
tu hermosura y mi dicha a contemplar,
aquellas que aprendieron nuestros nombres,
ésas… ¡no volverán!

Volverán las tupidas madreselvas
de tu jardín las tapias a escalar
y otra vez a la tarde aún más hermosas
sus flores se abrirán.

Pero aquellas cuajadas de rocío
cuyas gotas mirábamos temblar
y caer como lágrimas del día….
ésas… ¡no volverán!

Volverán del amor en tus oídos
las palabras ardientes a sonar,
tu corazón de su profundo sueño
tal vez despertará.

Pero mudo y absorto y de rodillas,
como se adora a Dios ante su altar,
como yo te he querido…, desengáñate,
¡así no te querrán!

Rima LIII de Gustavo Adolfo Bécquer.